01 May 2014

Alumnos

Ya sé que es «políticamente incorrecto» hacer vínculos emocionales con nuestros alumnos, pero encuentro humanamente incorrecto el despojarlos de su calidad de seres humanos únicos, irrepetibles, maravillosos unos, empáticos otros y ¿por qué no? vomitivos algunos más.

No puedo. No quiero ni estoy dispuesto a verlos como meros receptáculos de información, sujetos de evaluación y generadores de tortibonos.

Para mí seguirán siendo lo que son: Antes que nada personas con las cuales departir, de las cuales aprender y con quienes el Cosmos me permite compartir este tiempo y este espacio, ya para guiarlos en su formación, ya para nutrirme de sus puntos de vista, ya para admirarlos, para impulsarlos, para sobarles las heridas que deja el camino.

Todo esto porque me declaro fan de algunos de mis alumnos: Fan de su entereza, de su resiliencia, de los pantalones y enaguas que tienen a la hora de enfrentar con dignidad la vida, de su belleza, de su fragilidad, de sus múltiples y envidiables talentos, de eso que ellos llaman «sus locuras» y que aprendí, como en una epifanía, a llamar «esperanza», y en ocasiones, «certeza».

Es una bendición tenerlos, y como toda bendición, he de agradecerla: Desde mi humilde parcela de vida, gracias, chicos.

Muchas, variopintas y fecundas gracias.