26 January 2010

Izulu y la vuelta a los orígenes.

Soy un sentimental, sin duda. Tengo el corazón de pollo Bachoco© y ambas cosas son irremediables.

Para bien y para mal.

De pronto en las entrañas del internet me encuentro esto, y sin razones mesurables, científicas, clasificables ni diseccionables, algo en mis adentros se revuelca como un niño.

El mar de la alegría se puede encontrar en un charco, y todas las generaciones que han luchado y muerto, todos los héroes, la sangre, la gloria, el arte y la vida misma, con el amor y la alegría incluídas cabe en un puñado de voces, que desde la región más austral de África y el traspatio de la conciencia nos dice que en el fondo, todos somos partes indivisibles de un todo indisoluble...

19 January 2010

Como las putas.



Hace 13 años que tengo la misma dirección de correo electrónico.

Hoy, como cada vez en vez, me puse a darle una limpiadita de la basura acumulada y me encontré esta belleza, que aplicada al ejercicio del Diseño Gráfico, también tuvo sus adecuaciones a la industria de la hospitalidad... Sabrán que cuando llegó a mí yo estaba ejerciendo como diseñador... en la industria de la hospitalidad.

En uno u otro sntido, la metáfora y el humor deben prevalecer sobre el prejuicio y la rigidez. Se las dejo con harto gusto para que la apliquen donde sea necesario, y desde ya, con el dolor de mi corazón, recalco que la autoría de esta joyita no me pertenece, aunque me tomé la libertad de hacer algunas aportaciones. ¡Disfrútenlo!

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Cuando te dedicas al diseño:

Se trabaja en horarios extraños... como las putas.

Te pagan para hacer feliz al cliente... como las putas.

El cliente a veces paga bien, pero es el empleador el que se queda con casi todo... como las putas.

Tu tarea es realizar las ideas (fantasías, locuras, ocurrencias bizarras) de tu cliente... como las putas.

Tus amigos se distancian y sólo andas con otros iguales a ti... como las putas.

Cuando vas al encuentro del cliente tienes que estar siempre presentable... como las putas.

Pero cuando regresas a tu casa parece que vienes del inferno.. como las putas.

El cliente quiere siempre pagar menos y que hagas maravillas... como las putas.

Odias que tus clientes te tomen por paño de lágrimas... como las putas.

Cuando te perguntan en que trabajas, tienes dificultades para explicarlo... como las putas.

Si las cosas salen mal siempre es culpa tuya... como las putas.

Aunque te fascina lo que haces, de repente lo encuentras tedioso de hacer en casa... como las putas.

Se te exige mucho, pero se te respeta poco... como las putas.

Algunos clientes quizás ni sepan lo que quieren, y ciertamente no tienen ni idea de cómo pedirlo... como las putas.

Cada vez más a menudo, al despertar, te dices: NO VOY PASAR EL RESTO DE MI VIDA HACIENDO ESTO... como las putas.

Cuando tienes que doblar las manitas y hacer algo con lo que no estabas de acuerdo tienes ganas de llorar... como las putas.

Por cortesía con el cliente, a veces tienes que aguantar que se te compare con alguien famoso... como las putas.

Todo mundo cree saber todo acerca de tu profesión... como las putas.

Pero hay clientes que necesitan que los guíes hasta en lo más básico... como las putas.

La única diferencia es que las putas pueden tomarse el dia cuando quieran, reciben propinas, regalos, una que otra felicitación... ¡¡¡Y además ganan bien!!!

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13 January 2010

Wenceslao.



Vivía en un charco portátil.
Comía una vez por semana.
No interactuaba con nada ni con nadie.
Si me preguntan, no es precisamente mi idea de felicidad y quiero pensar que tampoco lo era para un pez.

Así que lo reclamé refugiado de guerra y a la primera oportunidad, Jules y yo lo mudamos a un jarrón cilíndrico de vidrio soplado muy hermoso y amplio, con piedritas de río y una plantita con la que le gustaba enredarse, jugar, discutir y reconciliarse, como hacen los amorosos.

Wenceslao era azul. MUY azul, como las iguanas de los cuentos de hadas que se hacen realidad. Dos veces por semana tomábamos el sol en la sala del depa y rigurosamente teníamos un pacto entre caballeros: Desayunamos los dos o no desayuna ninguno, y he aquí que tengo una noticia para todos los detractores del intelecto animal: Los peces SI tienen memoria. Reconocía (y obvio, recordaba) mi presencia como el primate bípedo que ponía comida en su jarrón, el que le encendía una velita en las noches de frío y semanalmente lo sacaba a la fuerza para cambiar el agua, enjuagar las piedras y podar a su amada. ¿Cómo lo se? Porque ante la proximidad de cualquier otra persona se hundía precipitadamente al fondo de su mar privado y dulce. Conmigo salía a la superficie y sacaba la boca, reolviéndose en un segundo para dar vuelta en "U" y agitar su colita con la versión pez de las odas a la alegría.

Fue el silente receptor de mis dudas y de mis angustias cuando con Jules decidimos transitar de la amistad profunda e inenarrable a la construcción desde ceros de una pareja dispuesta a rifarse el todo por el todo en una irrenunciable prospectiva de hacernos pasita el uno en brazos del otro.

Sería mucha pretención decir que me entendía, que compartía mi congoja y más tarde mi inmesurable alegría. Si así fue o sólo es un supuesto de mi cabezota febricitante, es un secreto que hoy se lleva a su tumba, al pie de los lirios que sembraran las manos más amorosas que conozco.

No dudo en llamarte amigo mío, pequeño bribón. Hurtaste e hiciste tuyo un trozo de mi corazón que hoy tiene un hueco en forma de pez. Me dejas buenos recuerdos, un jarrón que hoy abraza dos docenas de astromelias y la lección silente de mi propia temporalidad.

Descansa en paz. Nada al cielo desde esta tierra en la que nos regalaste tu presencia, y si continúas recordando, espero que lo hagas con alegría, como lo haremos nosotros mientras sigamos aquí.

Tan tan.